Abriendo Camino desde Temprano: La Política con Rostro Joven y Femenino

Las mexicanas más jóvenes están reescribiendo las reglas de la política, y no lo hacen desde los curules, sino desde las aulas universitarias, los foros estudiantiles y las redes sociales.

L@S COLUMNISTAS

Karen Vargas

6/29/20252 min read

Las mexicanas más jóvenes están reescribiendo las reglas de la política, y no lo hacen desde los curules, sino desde las aulas universitarias, los foros estudiantiles y las redes sociales. Entre pizarrones y hashtags, se gesta una generación que se niega a pedir permiso para hablar de justicia, igualdad y futuro. No usan trajes oscuros ni ocupan curules —todavía—, pero debaten presupuestos escolares, defienden a sus comunidades y exigen espacios en primera fila. La política se está escribiendo en plural femenino juvenil, aunque el sistema no siempre lo acepte.

Pero ellas han encontrado sus propios espacios. Las universidades se han vuelto laboratorios de democracia, donde ejercen liderazgo real en elecciones y proyectos de impacto social. Al mismo tiempo, plataformas como Instagram y TikTok son sus trincheras digitales. Con un hilo explican un presupuesto participativo o denuncian la violencia de género en un video de 30 segundos. Estas redes les exigen rapidez y estrategia, transformando el riesgo de la misoginia y los trolls en una oportunidad para movilizar.

El reto comienza después: ¿dónde ponen en práctica todo lo aprendido? Las secciones juveniles prometen renovación y participación, pero muchas veces replican viejas reglas: la jovencita “apoya”, el joven “decide”. Ellas aportan ideas, él firma el proyecto.

Entre discursos motivadores late el machismo institucional: estereotipos sobre su edad, su apariencia o la posibilidad de “distraerse” con la vida personal. La inclusión no es una foto en redes; es voz y voto en las decisiones. Aunque México ha logrado una paridad histórica en su Congreso, con más del 48% de escaños ocupados por mujeres en los últimos años, la verdadera batalla de las jóvenes se libra en los pasillos de los partidos y en los gobiernos municipales, donde la igualdad sigue siendo una promesa pendiente.

Las biografías de estas jóvenes líderes comparten algo: tuvieron mentoras, redes de apoyo y espacios donde equivocarse sin miedo a prejuicios. Hablamos de la abogada de 22 años que logró un amparo histórico; la estudiante indígena de 19 que encabeza un parlamento universitario y traduce debates de presupuesto a su lengua materna; o la youtuber de 24 que explica leyes electorales con memes y consigue que miles revisen los reglamentos de su ayuntamiento.

Formar a las futuras políticas mexicanas no implica darles un cupón de motivación; significa derribar pasillos plagados de favoritismos, lenguaje excluyente y violencia simbólica. Significa reconocer que la juventud no es sinónimo de inexperiencia y que la feminidad no es un “detalle decorativo”. Implica dotar a las estudiantes de recursos, becas, redes y sobre todo legitimidad.

Como bien lo dice una joven activista universitaria, 'No queremos ser la cuota, queremos ser la voz que impulse el cambio. Que nuestra edad o género no sean un filtro, sino una fuerza'.

Porque nada asegura el cambio tanto como una generación de mujeres jóvenes que entienda el poder, lo cuestione y esté dispuesta a ejercerlo sin pedir licencia previa.

El camino comenzó temprano. Ahora toca ensancharlo.