Abusos del lenguaje (Primera parte).
Cuando se manipula, el lenguaje supone el secuestro de la realidad. En un mundo donde se potencian las noticias falsas, las definiciones imprecisas y todo esto tiene alcance masivo en tiempo real, analizar con lupa los usos del lenguaje se vuelve tan prioritario como revisar las acciones concretas de los gobiernos.
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Cuando se manipula, el lenguaje supone el secuestro de la realidad. En un mundo donde se potencian las noticias falsas, las definiciones imprecisas y todo esto tiene alcance masivo en tiempo real, analizar con lupa los usos del lenguaje se vuelve tan prioritario como revisar las acciones concretas de los gobiernos. El supuesto divorcio entre el mundo de la teoría y el de los hechos, ha sido muy costoso para poder comprender la realidad en su dimensión más compleja. Si la izquierda aprecia su bagaje y legado intelectual debe ir más allá del simplismo reduccionista.
Decir que Javier Milei es de ultraderecha es una verdad a la vista. Con ponerle este mote poco esclarecemos del potencial riesgo para la región. Por su visión de la res pública sabemos que su gobierno atenta contra los sectores populares, la sociedad civil organizada y los movimientos progresistas. Pero su llegada al poder marca señales de alerta, Su triunfo no se concibe sin el desgaste de un gobierno de raíces populares que se olvidó de dar resultados concretos. Pero una parte profundamente preocupante es que detrás de Milei no solo está la perorata “superacional” conocida de la derecha. El ha planteado una “batalla cultural” que significa –a la luz de la resignificación del lenguaje- volver a nombrar el mundo para con esto construir su propia y manipulada versión de la realidad.
De tanto repetirlo logró posicionar un mensaje. El era el candidato de la libertad. Esto le confirió un halo respetable. Todo ciudadano se siente identificado con este valor. Pero ¿cómo es la libertad que Milei profesa? De entrada está muy lejos de la profundidad filosófica con que este concepto ha sido trabajado a lo largo de milenios. Libertariano quiere decir para él, aquella persona que afirma que dentro de las diversas libertades de ser humano (política, económica) la visión del mercado es la central y prácticamente única. Reducir la dignidad humana a algo menos valioso que el tránsito de mercancías, trae como consecuencia asumir que las personas más vulnerables merecen esa condición y por parte del Estado no merecen atención especial. Un extremo llevado a la perversión de las ideas de Hayek o Friedmann, De hecho el Estado y el Gobierno deben ser reducidos al mínimo y estar al servicio de las necesidades de los monopolios de la iniciativa privada.
Ante lo expuesto toca con energía señalar que ni Milei, ni los clones que han surgido como Ricardo Salinas Pliego, no son libertarios, su nombre concreto es antihumanistas. Su postura política asume como dogma la ley del más fuerte, sin preguntarse por categoría éticas, políticas e históricas. Al señalar su posición peligrosa para el género humano, toca quitarles la careta de “defensores de la libertad” para dejarlo con su desnuda verdad:
Reivindicar la libertad como la hazaña humana que nos afirma en el mundo y a partir de esto nos obliga a luchar en colectivo por hacer de este mundo un lugar más habitable y digno.