Alianza solo con el pueblo: la aritmética sin alma no gana. Unidad, rumbo y principios.
No podemos defender el humanismo mexicano y la lucha contra la corrupción si se postula a quienes antes representaban lo contrario y que viene a barrer con nuestros principios e ideales.Esto erosiona nuestra narrativa, desactiva a la militancia y confunde al electorado, haciéndonos parecer "más de lo mismo" que juramos combatir.
L@S COLUMNISTAS


En la aritmética electoral, las alianzas se ven como un seguro, pero en la política real, la suma no siempre se cumple. En Morena, particularmente en Atizapán de Zaragoza, hay alianzas que no multiplican; por el contrario, restan fuerza, identidad y credibilidad si no se construyen con rigor.
El costo de las alianzas es claro. El problema no es la alianza en sí, pues Morena ha demostrado capacidad para construir acuerdos amplios sin renunciar a sus principios. El problema es con quién, para qué y bajo qué reglas se construyen esas alianzas. Cuando se abre la puerta a personajes reciclados del PRIAN —que han vivido del presupuesto y del tráfico de influencias— la base lo reciente. La gente no es ingenua: identifica rápido cuando un proyecto se contamina de prácticas antiguas.
No podemos defender el humanismo mexicano y la lucha contra la corrupción si se postula a quienes antes representaban lo contrario y que viene a barrer con nuestros principios e ideales.Esto erosiona nuestra narrativa, desactiva a la militancia y confunde al electorado, haciéndonos parecer "más de lo mismo" que juramos combatir.
Atizapán es un municipio con conciencia política. Si Morena aspira a ganar y gobernar con legitimidad, no puede permitirse candidaturas ajenas al proyecto solo por resolver momentáneamente la aritmética de las alianzas. Sería un triunfo hueco, incapaz de sostenerse en el gobierno.
¿Cómo corregir el rumbo?
No se trata de romper puentes, sino de ordenar el proceso y defender la esencia del movimiento. Tres principios pueden devolver claridad estratégica:
Consulta real a la base y al pueblo. En cada municipio clave debe haber consulta vinculante. Si el pueblo no aprueba una candidatura, no va.
Filtro ideológico obligatorio. Quien no comparta ni practique los principios de la 4T debe quedar fuera, venga del partido que venga.
Cláusulas de aportación verificable. Las alianzas deben evaluarse con datos: votos, estructura y trabajo territorial. Sin resultados, no habrá conveniencia.
Hora de cerrar filas… pero con dignidad
Morena nació para escuchar al pueblo y transformar el país desde abajo. Por eso, en Atizapán no debemos caer en el juego de intereses pequeños ni simulaciones electorales. La unidad no significa obediencia ciega, significa caminar juntos defendiendo causas, no cuotas. Significa sumar respetando principios. Hoy es momento de dejar de lado diferencias para construir victoria con legitimidad. Unidad sí, sometimiento no. Alianzas sí, pero con dignidad, con rumbo y de la mano del pueblo. Ganar por ganar no sirve; hay que ganar para transformar.
