Cómo incluir a los Pueblos Indígenas en la Nueva Visión del País.
Cada minuto que vivimos los Pueblos Indígenas en México es sagrado. Somos 68 pueblos distintos, vivos y antiguos; hablamos 68 lenguas con 364 variantes distribuidas en 11 familias lingüísticas, además de aquellas que aún permanecen invisibilizadas. Existimos, resistimos y seguimos creando futuro.
L@S COLUMNISTAS


Un llamado desde lo profundo de la Nación
Cada minuto que vivimos los Pueblos Indígenas en México es sagrado. Somos 68 pueblos distintos, vivos y antiguos; hablamos 68 lenguas con 364 variantes distribuidas en 11 familias lingüísticas, además de aquellas que aún permanecen invisibilizadas. Existimos, resistimos y seguimos creando futuro.
Nuestra vida cotidiana está ligada al Gran Espíritu, a la Madre Tierra, a la siembra y al canto. Hemos aprendido a sobrevivir en entornos hostiles porque supimos leer el lenguaje de la naturaleza: el bosque, la sierra, el agua, los animales y las plantas. Somos parte de ella y ella es parte de nosotros.
La resistencia frente al despojo
Se nos ha llamado necios por permanecer en territorios inhóspitos, cuando en realidad hemos preservado equilibrios que otros rompieron sin pudor. Los pueblos indígenas hemos entendido que si se asesina a un ser vivo, planta o animal, no regresa. De ahí nacen nuestros rezos, nuestros guardianes del bosque, nuestros defensores de la vida.
Mientras tanto, la realidad es otra: se explota nuestra tierra, se arrancan minerales, se saquea el “oro verde” de los bosques para negocios y lujos. Y cuando denunciamos, se nos acusa de obstáculo. La riqueza fluye hacia pocos, mientras las comunidades que la cuidan desde hace siglos apenas sobreviven.
El México que merecemos
La sociedad debe voltear la mirada hacia lo verdaderamente bueno. Queremos dejar atrás los atropellos, el racismo y la marginación. México no puede seguir usando a los pueblos indígenas como moneda de cambio en tiempos políticos, ni tratándonos como reliquias culturales.
Queremos ser parte activa del desarrollo nacional. Y la fórmula es sencilla: abrazar nuestra autonomía, reconocer nuestro derecho a decidir sobre nuestros territorios, permitir que nuestras ideas milenarias nutran la política, la economía y la vida social del país. Queremos que la riqueza generada por la extracción de bosques y minas regrese a nuestras comunidades, no que se nos arrebate para engordar cuentas privadas.
La oportunidad histórica
La Presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado voluntad de escuchar. Hoy, los pueblos originarios decimos con claridad: estamos listos. Queremos sentarnos en asamblea con el Estado mexicano, como iguales, en diálogo con la Madre Tierra y con la Historia.
El Pueblo Rarámuri, al que pertenezco, se caracteriza por el movimiento. Y ahora queremos que ese movimiento sea motor de la transformación nacional. La llamada Cuarta Transformación habla de un “segundo piso”: exigimos que ese nuevo nivel se construya con la fuerza, la sabiduría y la dignidad de los pueblos indígenas.
Los tiempos son perfectos para nuestra evolución. Este país no podrá transformarse de verdad si no abraza a quienes hemos habitado, cuidado y defendido estas tierras por milenios.
Presidenta Sheinbaum, estamos listos para caminar con usted en esta nueva visión de México.
Abrazamos a los Tres Poderes de la Nación y estamos listos para fortalecernos mutuamente.