Cuidar a quienes sostienen la vida también es hacer justicia.
Gobernar con perspectiva de cuidados es entender que el bienestar empieza en casa, pero también en la calle, en los servicios de salud, en los espacios públicos, en las escuelas, en la seguridad y en la forma en que nos tratamos como comunidad. Esa es la base del bienestar: que cada persona tenga derecho a ser cuidada y también a cuidar sin perder su libertad ni su ingreso.
L@S COLUMNISTAS


En una de las jornadas de salud que promovemos en Tlalnepantla, en la colonia El Rosario, una vecina se me acercó mientras esperaba su turno para una revisión. Me dijo que llevaba semanas con dolor en la espalda porque trabaja cuidando a una persona mayor, y que aunque le pagaban poco, no podía dejarlo porque “si yo no lo cuido, ¿quién?”.
Esa frase se me quedó dando vueltas todo el día. Porque cuidar a alguien —a un niño, a una persona enferma o a un adulto mayor— debe ser una responsabilidad colectiva. Es lo que mantiene unida a una sociedad.
Las mujeres, sobre todo, llevamos años sosteniendo ese trabajo silencioso, pero que sostiene la vida: el cuidado. Y cuando el Estado lo reconoce y lo convierte en política pública, deja de ser un esfuerzo individual y se convierte en justicia social.
Gobernar con perspectiva de cuidados es entender que el bienestar empieza en casa, pero también en la calle, en los servicios de salud, en los espacios públicos, en las escuelas, en la seguridad y en la forma en que nos tratamos como comunidad. Esa es la base del bienestar: que cada persona tenga derecho a ser cuidada y también a cuidar sin perder su libertad ni su ingreso.
Durante mucho tiempo, el cuidado se entendió como algo doméstico, exclusivo de mujeres, ajeno a las decisiones públicas. Pero hoy México avanza en ese camino: La doctora Claudia Sheinbaum impulsa una visión de gobierno que pone el cuidado en el centro: fortalecer los servicios de salud, ampliar apoyos a quienes sostienen la vida desde el hogar y construir seguridad desde el bienestar. Es hacer política que ve a las mujeres, que acompaña a las familias y que cumple con la gente.
Su gobierno representa el legado del Ex Presidente López Obrador y la continuidad de un proyecto que nació para hacer justicia, para cerrar brechas y para que el poder vuelva al pueblo.
Y en el Estado de México, con la maestra Delfina Gómez, esa forma de gobernar tiene rostro, tiene historia y tiene raíz. Ella viene de las aulas, del esfuerzo, del ejemplo. Sabe lo que significa cuidar, porque ha cuidado toda su vida: a sus estudiantes, a su comunidad y ahora a todo un estado. Con ella se gobierna con humildad, con cercanía y con hechos, porque la gente reconoce el cambio cuando lo vive en su colonia, en su escuela o en su casa.
Eso somos en la Cuarta Transformación: un movimiento que gobierna desde abajo, con el pueblo y para el pueblo. Esa es nuestra esencia: hacer visible lo que antes se ignoraba y convertir el amor por el pueblo en políticas públicas que transforman vidas.
En Tlalnepantla seguimos ese rumbo: con bienestar, acompañando a las familias, escuchando a la gente y cumpliendo con resultados. Hechos son amores es estar, cumplir y cuidar. Es mirar a los ojos a la gente y responder con trabajo.
Ahí está la transformación que me mueve: en cada jornada, en cada mujer que tiene una nuevo empleo para sacar adelante a sus hijos, en cada familia que vive con más tranquilidad y en cada comunidad que sigue creyendo que el bienestar compartido es posible.
