Durango frente al desafío del desarrollo con bienestar y justicia
La reciente incorporación de Durango al programa federal “Polos de Desarrollo para el Bienestar” por parte del Gobierno Federal marca un momento crucial en su historia reciente. Durante décadas, el estado ha formado parte del rezago estructural del norte del país, lejos del dinamismo económico de entidades como Nuevo León o Coahuila. Hoy, el escenario cambia: Durango entra a una liga donde se disputan inversiones globales, tecnología avanzada y empleos calificados.


La reciente incorporación de Durango al programa federal “Polos de Desarrollo para el Bienestar” por parte del Gobierno Federal marca un momento crucial en su historia reciente. Durante décadas, el estado ha formado parte del rezago estructural del norte del país, lejos del dinamismo económico de entidades como Nuevo León o Coahuila. Hoy, el escenario cambia: Durango entra a una liga donde se disputan inversiones globales, tecnología avanzada y empleos calificados.
Lo que comenzó como un proyecto focalizado en el sur del país, impulsado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, se ha ampliado hacia el norte como parte del nuevo modelo de reindustrialización del Gobierno Federal de la presidenta Claudia Sheinbaum. El mensaje es claro: el desarrollo no puede concentrarse en los lugares de siempre, y Durango se perfila como una pieza clave en esta reconfiguración.
Los beneficios son evidentes. La instalación de 35 nuevas inversiones industriales, entre ellas un centro de datos de gran escala, posiciona a Durango como un estado estratégico en el proceso de relocalización global de cadenas productivas. Su ubicación, la disponibilidad de tierra industrial y los estímulos fiscales lo hacen atractivo para sectores clave como la agroindustria, la logística y las tecnologías limpias.
Además, el modelo de polos no solo busca generar inversión, sino también hacerlo con un rostro social. Esto significa empleo formal, capacitación técnica, desarrollo de proveedores locales y, eventualmente, bienestar. En un contexto de pobreza persistente en algunas regiones del estado, esto marcará una gran diferencia.
Pero junto con los beneficios, vienen grandes retos. El primero es la planificación territorial. Un crecimiento industrial desordenado puede derivar en concentración urbana, mayor demanda de servicios, presión ambiental e incluso el desplazamiento de comunidades. No se trata solo de atraer fábricas, sino de diseñar un modelo de ciudad productiva, justa y habitable.
También está el desafío social. Para que los beneficios lleguen a la población duranguense, se necesita formación técnica, inclusión educativa y el fortalecimiento del tejido productivo local. La inversión sin inclusión puede perpetuar la brecha entre empresas y ciudadanos, así como entre zonas industriales y comunidades marginadas.
La decisión de impulsar los Polos de Desarrollo para el Bienestar, en un momento de incertidumbre global, demuestra que para los gobiernos de la Cuarta Transformación el pueblo está primero. Esto representa para Durango una oportunidad histórica, aunque no inmediata. Aprovecharla requiere un compromiso colectivo con un nuevo modelo de desarrollo: más equitativo, más sostenible y, sobre todo, más humano. Convertirse en un polo de bienestar no solo requiere infraestructura e inversión, sino también una visión de largo plazo y un firme compromiso social.