El falso rostro del narco: despensas manchadas de miedo y propaganda.

El crimen organizado vuelve a usar la tragedia como escenario para su propaganda: reparte despensas manchadas de sangre, intenta sustituir al Estado y manipula a la población con falsos gestos de “ayuda”. Detrás de cada caja hay control, miedo y poder disfrazado de caridad.

NACIONAL / ESTADOSSEGURIDAD

Redacción

10/17/20251 min read

En medio de las recientes lluvias e inundaciones que afectaron a Veracruz y otros estados, el crimen organizado volvió a mostrarse con su falso rostro “altruista”. Integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) fueron captados repartiendo despensas, juguetes y apoyos en comunidades afectadas, presentándose como benefactores mientras el Estado desplegaba operativos de ayuda.

De acuerdo con especialistas en seguridad, estas acciones no son actos de solidaridad, sino campañas de propaganda. Joaquín Silva Alvarado, exdirector de inteligencia de la Policía Federal, advierte que los grupos criminales aprovechan los momentos de crisis para ganar control territorial y simpatía social, sustituyendo la presencia del Estado con miedo disfrazado de ayuda.

Samuel González Ruíz coincide: cuando las despensas llevan el sello de los cárteles, el mensaje es claro —“nosotros mandamos aquí”—. A cambio de víveres, se exige silencio, lealtad y sumisión.

El CJNG incluso mantenía un sitio web con apariencia institucional, donde promovía su “obra social”, difundía música, videos y un mapa con presencia criminal en entidades como Jalisco, Colima, Veracruz y Guerrero. Esa página, ya dada de baja por la Guardia Nacional y la Agencia de Ciberseguridad de EE. UU., funcionaba como un escaparate de propaganda criminal y ciberusurpación.

Estos gestos “humanitarios” tienen precedentes en otros países: mafias italianas y bandas brasileñas también repartieron despensas y dinero durante la pandemia, pero después cobraron la factura con violencia y sometimiento. En México, la llamada “guerra contra el narcotráfico” dejó más de 250 000 muertos entre 2006 y 2019 —cinco veces más que en Colombia en tiempos de Escobar—, recordando que la ayuda del narco siempre lleva etiqueta de sangre.

Las autoridades alertan que estas estrategias son parte de una nueva forma de guerra: el narco no solo pelea el control de las calles, sino también de la narrativa pública. Su objetivo es manipular la percepción ciudadana y ocupar el espacio que solo corresponde al Estado.