El INE no se toca pero tu voto sí
La democracia es un concepto fundamental en la organización política de un país. Sin embargo, surgen preguntas cruciales: ¿Qué es la democracia? ¿Vivimos en una? ¿Quién tiene el poder en realidad? Además, surge la inquietud sobre si la pérdida de la democracia es responsabilidad del gobierno o de la sociedad.
L@S COLUMNISTASLEGISLADORES


La democracia es un concepto fundamental en la organización política de un país. Sin embargo, surgen preguntas cruciales: ¿Qué es la democracia? ¿Vivimos en una? ¿Quién tiene el poder en realidad? Además, surge la inquietud sobre si la pérdida de la democracia es responsabilidad del gobierno o de la sociedad.
La reforma judicial fue propuesta por el expresidente Andrés Manuel López Obrador como parte de su agenda de transformación, justo antes de concluir su sexenio. Este plan buscaba consolidar cambios estructurales, ya que el poder judicial estaba percibido como corrupto y controlado por una élite que favorecía a grandes empresas y grupos de poder. La elección popular de jueces, ministros y magistrados se presentó como una forma de devolver el poder al pueblo, permitiendo que los ciudadanos decidieran quiénes imparten justicia.
La Ciudad de México se ha convertido en el epicentro de la controversia. Tras la aprobación de la reforma, que establece que todos los cargos se elegirían por voto popular, los trabajadores del poder judicial expresaron su descontento. Argumentan que esta reforma pone en riesgo su estabilidad laboral y la independencia de los jueces. Como respuesta, se generó un paro indefinido.
Recientemente, un grupo intentó retirar las pancartas de los paristas, lo que desencadenó un enfrentamiento, documentado en redes sociales. Los trabajadores afirman que fue un grupo de choque, pero mantienen su postura firme, abiertos al diálogo con las autoridades, buscando condiciones justas para trabajar y el respeto a la independencia del poder judicial.
Este paro refleja un debate crucial: ¿Es conveniente que los ciudadanos elijan a los jueces? Mientras algunos abogan por democratizar la justicia, otros advierten sobre el riesgo de politización e infiltración del crimen organizado.
El Papel del INE.
El Instituto Nacional Electoral tuvo la tarea de organizar el proceso electoral. Sin embargo, la baja participación, las irregularidades y la complejidad del proceso han suscitado dudas sobre su efectividad. Muchos se preguntan: ¿Es el INE intocable? Mientras nuestros votos parecen estar sujetos a la opacidad y confusión.
La selección de candidatos fue un proceso complejo, supervisado por comités de evaluación de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Cada comité seleccionó un tercio de los candidatos, asegurando paridad de género y especialización. Sin embargo, estos comités fueron criticados por falta de transparencia. Se permitió el voto anticipado, pero se excluyó a personas en prisión preventiva y a mexicanos en el extranjero por restricciones presupuestales.
A pesar de que el INE supervisó un proceso que debería ser impecable, la opacidad en la selección de candidatos dejó muchas dudas.
El proceso electoral no estuvo exento de problemas. Se recibieron más de 140 notificaciones para suspender la elección, desechadas por el tribunal electoral. Se denunciaron presiones a votantes en zonas rurales, aunque el INE no encontró pruebas suficientes para invalidar los resultados. La alta cantidad de votos nulos o en blanco refleja confusión o rechazo ciudadano.
Además, muchas casillas no abrieron y se cuestionó por qué las boletas sobrantes no fueron anuladas. Si el INE es el guardián de la democracia, ¿por qué no pudo evitar que el proceso estuviera marcado por irregularidades y desconfianza?
El año pasado, la frase "el INE no se toca" resonó, utilizada para defender la autonomía del instituto. Sin embargo, las elecciones judiciales de 2025 pusieron a prueba su capacidad. La participación históricamente baja y el alto porcentaje de votos nulos sugieren que los ciudadanos no confiaron en el proceso.
La democracia se pierde cuando se rompe el equilibrio entre el gobierno y la sociedad, y ambos tienen responsabilidad en este proceso. El gobierno puede erosionarla al concentrar poder y manipular elecciones, mientras que la sociedad contribuye a su deterioro al ceder su poder por apatía o desinformación.
La pregunta clave es: ¿quién tiene mayor culpa? ¿El gobierno que abusa de su autoridad o la sociedad que, por indiferencia, permite que esto ocurra? Cuestionar esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia de una ciudadanía activa y un gobierno que respete las reglas democráticas para evitar que la democracia se desvanezca.
¿Tú saliste a votar o el INE usó tu voto?