Elección judicial: lo que pasó, lo que viene y lo que aún no sabemos
La elección judicial, ese concepto que para muchos parecía lejano o incluso impensable ha dejado de ser solo una propuesta en el aire. Hoy ya es parte de nuestra realidad política e institucional. Se ha abierto el camino para que la ciudadanía participe, de forma directa, en la conformación del Poder Judicial. Y como toda transformación de fondo, trae consigo movimientos visibles e invisibles. Algunos celebran. Otros temen. Yo, como muchos, simplemente observo con atención y con preguntas.
LEGISLADORESL@S COLUMNISTAS


La elección judicial, ese concepto que para muchos parecía lejano o incluso impensable ha dejado de ser solo una propuesta en el aire. Hoy ya es parte de nuestra realidad política e institucional. Se ha abierto el camino para que la ciudadanía participe, de forma directa, en la conformación del Poder Judicial. Y como toda transformación de fondo, trae consigo movimientos visibles e invisibles. Algunos celebran. Otros temen.
Yo, como muchos, simplemente observo con atención y con preguntas.
El punto de quiebre más reciente y también el más simbólico ha sido el anuncio de este proceso de elección judicial impulsado con decisión por la presidenta Claudia Sheinbaum. Con ello, se inaugura una nueva etapa democrática. ¿Más participativa? ¿Más transparente? ¿Más justa? Todavía no lo sabemos. Pero lo cierto es que estamos ante una transformación sin precedentes.
A nuestra Presidenta le ha tocado, en sus primeros días de gobierno, asumir una tarea histórica: abrir el sistema judicial a la voluntad popular. Y hay que decirlo con claridad: no se trata solo de una medida legal, sino de un gesto político valiente. Uno que exige compromiso, visión de futuro y una confianza enorme en la madurez democrática del país.
No me corresponde decir si esto está bien o mal en términos absolutos. No tengo todas las respuestas. Pero sí puedo decir desde este lugar de ciudadano que trabaja, invierte y apuesta por México que estamos ante una oportunidad única. Tocar al Poder Judicial no es poca cosa. Cambiar las reglas de su integración implica ruido, sí, pero también posibilidad. Y el verdadero valor de esta transformación solo podrá medirse en el tiempo.
Hay quienes ven en esta elección una vía para romper inercias, abrir puertas y oxigenar un sistema que por décadas ha sido opaco y distante. Otros la ven con sospecha. En lo personal, prefiero centrarme en lo que esta nueva etapa puede representar: reglas más claras, legitimidad renovada y la esperanza de una justicia más cercana a la gente.
Y sí, como tantos otros, me mantengo atento. Comparando los anuncios con los hechos. Porque más allá de los titulares y de los aplausos del momento, lo que realmente importa es lo que venga después. ¿Tendremos jueces más comprometidos con la justicia social? ¿Se reducirá la impunidad? ¿Se sentirán más protegidos los derechos de quienes antes fueron ignorados?
Es pronto para responder. Tal vez nos tome años comprender a fondo el impacto de esta elección judicial. Pero lo que sí es seguro es que los países no cambian por inercia: cambian por decisiones como esta. Por liderazgos como el de Claudia Sheinbaum. Por procesos que, aunque complejos, abren caminos.
Y será la historia no nosotros, no los partidos, no los medios la que dirá si esta elección fue el inicio de un México más justo, o solo un capítulo más.