Extorsión: el costo silencioso de hacer empresa en México

En México, construir un país más justo, competitivo y próspero requiere hablar con claridad de uno de los temas más sensibles para quienes producimos: la seguridad. La extorsión, en particular, representa un desafío urgente que vulnera no solo la actividad empresarial, sino la estabilidad de miles de comunidades.

L@S COLUMNISTAS

Raúl León Guzmán

7/18/20252 min read

En México, construir un país más justo, competitivo y próspero requiere hablar con claridad de uno de los temas más sensibles para quienes producimos: la seguridad. La extorsión, en particular, representa un desafío urgente que vulnera no solo la actividad empresarial, sino la estabilidad de miles de comunidades.

Las cifras son contundentes. De acuerdo con datos oficiales, más del 97 % de los casos de extorsión no se denuncian. En muchos estados, pequeños negocios han tenido que cerrar por miedo, y en algunas zonas del país se ha vuelto cada vez más difícil operar sin enfrentar alguna forma de amenaza. Este fenómeno, más allá del impacto económico, genera desconfianza, frena el crecimiento y debilita el ánimo emprendedor, sobre todo entre los jóvenes.

Desde Empresarios por el Desarrollo Social de México, consideramos que este problema debe ser abordado con visión estratégica y corresponsabilidad. Es innegable que se han dado pasos importantes. La implementación de mecanismos como la línea de denuncia anónima 089, el uso de inteligencia financiera para congelar cuentas del crimen organizado, y la coordinación entre fuerzas de seguridad representan avances que deben reconocerse.

Asimismo, es justo destacar los resultados obtenidos en la Ciudad de México bajo el liderazgo de Omar García Harfuch, donde los delitos de alto impacto se redujeron más de un 50 % entre 2019 y 2023, y se logró una baja histórica en homicidios dolosos. Esa experiencia, hoy al servicio del gobierno federal, abre una oportunidad para extender esas buenas prácticas a nivel nacional, con enfoque territorial y prevención comunitaria.

Es fundamental que sigamos construyendo desde lo colectivo. La seguridad no es solo una tarea del Estado: también nos involucra como empresarios, líderes sociales y ciudadanos. Necesitamos fortalecer la cultura de la denuncia, mejorar los canales de atención, proteger a quienes generan empleo, y garantizar que las condiciones para emprender sean sólidas y sostenibles.

México tiene enormes fortalezas: talento joven, energía emprendedora, vocación de trabajo y voluntad de transformación. Si logramos que la seguridad acompañe al desarrollo, estaremos dando un paso decisivo hacia un país más justo, con mejores condiciones de vida para todas y todos.

A quienes gobiernan, les reiteramos nuestra voluntad de colaborar con seriedad y compromiso. Pero también es momento de decirlo con claridad: México no puede permitirse normalizar la extorsión como parte del paisaje económico.

Hoy más que nunca, quienes emprendemos, lideramos o generamos empleo debemos reconocernos como aliados en la construcción de paz. Porque un empresario aislado puede ser vulnerable, pero una comunidad empresarial articulada es capaz de marcar la diferencia. No se trata solo de resistir: se trata de transformar.

Y esa transformación empieza cuando decidimos no callar, no ceder y no acostumbrarnos al miedo. La seguridad debe ser condición del desarrollo, no su obstáculo. México lo merece. Y sobre todo, lo necesita.