JUSTICIA CON ROSTRO CIUDADANO: LA NUEVA ERA DEL PODER JUDICIAL EN MÉXICO.

México ha dado un paso histórico, por primera vez, las y los ciudadanos votamos directamente para elegir a juezas, jueces, magistradas, magistrados, ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La reforma judicial no sólo se aprobó, sino que ya es una realidad viva; millones de mexicanos acudimos a las urnas para decidir quiénes impartirán justicia. No es exagerado decirlo: comienza una nueva era en la vida pública del país.

L@S COLUMNISTAS

Cynthia Mont

8/10/20252 min read

México ha dado un paso histórico, por primera vez, las y los ciudadanos votamos directamente para elegir a juezas, jueces, magistradas, magistrados, ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La reforma judicial no sólo se aprobó, sino que ya es una realidad viva; millones de mexicanos acudimos a las urnas para decidir quiénes impartirán justicia. No es exagerado decirlo: comienza una nueva era en la vida pública del país.

Más allá de posturas políticas o ideológicas, lo que presenciamos es una ruptura con el modelo tradicional de justicia, uno que durante décadas operó bajo la lógica tecnocrática, cerrado a la ciudadanía, inaccesible y, en muchas ocasiones, deslegitimado por casos de corrupción, nepotismo o parcialidad, hoy, ese modelo se ha roto.

La jornada electoral del domingo 1 de junio no solo fue un ejercicio democrático, sino también un acto de reivindicación. El mensaje fue claro: el pueblo quiere participar en la construcción de la justicia, instaurando un principio democrático mas: el derecho de la sociedad a decidir quién juzga.

Quienes se oponían a esto, advertían sobre el riesgo de la politización del Poder Judicial, ignorando, que la politización ya existía, siendo ese el problema y una de las causas que motivó la reforma judicial. Hoy, las y los jueces deberán rendir cuentas no sólo ante la ley, sino ante la sociedad que los ha elegido.

La nueva etapa del Poder Judicial que inicia el próximo 1 de septiembre, abre la puerta a una justicia con mayor legitimidad, mayor cercanía a la gente y sin sujeción a intereses ocultos. Por fin, los ciudadanos tenemos una voz directa para elegir a la estructura que decide sobre nuestras libertades, derechos y conflictos. El mandato ciudadano es claro: se acabaron los jueces intocables, los fallos dictados en la sombra, la justicia alejada del pueblo.

El reto ahora es garantizar que el nuevo Poder Judicial no solo sea más accesible, sino también más eficaz, imparcial y profesional. Eso requerirá una nueva cultura cívica, formación continua, evaluación pública y vigilancia ciudadana. Pero esas son condiciones que acompañan cualquier democracia madura.

Claro está, que el nuevo sistema no será perfecto, pero, ningún modelo lo es al principio, y será un proceso de ajuste mejoramiento continuo, lo que lo lleve a ser mejor día con día. México ha decidido caminar hacia un modelo en el que la impartición de justicia deje de ser privilegio de unos pocos, para convertirse en un derecho al que todas y todos podamos aspirar.

Con ésto, no sólo cambiaron nombres: cambió la relación entre el pueblo y la justicia, y eso, sin duda, representa una victoria democrática y marca el comienzo de una nueva era para nuestro país.