Justicia desde la raíz: el pueblo indígena llega al centro del poder judicial.
Desde 1857, cuando el ilustre Benito Juárez García, hijo del pueblo zapoteca, asumió la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no habíamos vuelto a ver a un indígena ocupar tan alto cargo dentro del aparato judicial de México. Hoy, más de siglo y medio después, ese vacío comienza a llenarse. Lo hace con el rostro, la historia y la dignidad del Licenciado Hugo Aguilar Ortiz, originario del pueblo Mixteco de Oaxaca.
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Desde 1857, cuando el ilustre Benito Juárez García, hijo del pueblo zapoteca, asumió la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no habíamos vuelto a ver a un indígena ocupar tan alto cargo dentro del aparato judicial de México. Hoy, más de siglo y medio después, ese vacío comienza a llenarse con el rostro, la historia y la dignidad del Licenciado Hugo Aguilar Ortiz, originario del pueblo mixteco de Oaxaca.
Su reciente nombramiento como Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no solo significa un cambio administrativo, sino que representa un giro histórico: por fin, un hombre con raíces profundas en nuestros pueblos antiguos ha sido elegido por millones para ejercer justicia con el corazón conectado a la tierra. No es un símbolo, es un paso firme.
El Licenciado Aguilar no es una figura decorativa ni una cuota de inclusión. Es un hombre que ha luchado por los derechos humanos, que ha estado del lado del pueblo en momentos críticos y que ha comprendido la complejidad de nuestra nación desde abajo. Su llegada a la Corte representa una bocanada de aire fresco para los 69 pueblos originarios que, desde todos los rincones de México, hemos exigido por décadas una justicia que no nos ignore.
Este nombramiento ocurre en medio de un contexto complejo: un país que intenta dejar atrás el rezago educativo, la precariedad en salud y un Estado de derecho muchas veces ausente en las comunidades. Pero ahora hay señales. Pequeñas, pero firmes. Una de ellas es Hugo Aguilar.
Votamos por justicia, no por discurso
Más de seis millones de ciudadanas y ciudadanos lo respaldamos en este nuevo proceso electoral judicial. Ese número no solo refleja apoyo, sino que refleja hambre de justicia. La confianza depositada en él es también un mensaje claro: queremos un México donde la justicia deje de ser privilegio y se convierta en realidad cotidiana.
Y esa realidad debe incluirnos a todos. Ya no más un México fragmentado entre los que tienen voz y los que apenas susurran desde la periferia. Queremos estar en el centro, como actores principales de una Nación diversa, antigua, viva.
La ley también se habla en lengua madre
La figura de Aguilar Ortiz trae consigo algo más poderoso que un título universitario: trae una cosmovisión. Una forma de entender el derecho no solo desde los códigos, sino desde la comunidad, la lengua, el bosque, el consenso. Esa ley no escrita, pero vigente por siglos, rige en las comunidades indígenas y hoy ya dialoga con la Constitución.
Ahí es donde nace la esperanza: en que esta nueva Corte no solo imparta justicia, sino que la escuche, la sienta y la entienda desde la raíz.
No es una llegada, es una apertura
No celebramos por lo que él ha logrado, sino por lo que hemos abierto como pueblos. Porque esto no termina aquí: comienza ahora. Queremos caminar junto a él, vigilar su desempeño, fortalecer sus decisiones, recordarle —como se hace en comunidad— que el poder también es servicio.
Porque como nos enseñaron nuestros abuelos: "Pa atrás, ni pa agarrar vuelo."
Avancemos de frente. Con memoria, con resistencia, con corazón.
¡Warú Matétera Bá! ¡Muchísimas Gracias!