La corrupción, antes y ahora.
Aun cuando buena parte de quienes participamos en la lucha para lograr el triunfo de la cuarta transformación veníamos de tradiciones políticas que querían cambiar el sistema económico y social, la circunstancia nos fue llevando a bajar la aspiración y ajustarnos a lo posible: un gobierno honesto, sin corrupción, para que los recursos del Estado se utilicen en beneficio del pueblo.
L@S COLUMNISTAS


Aun cuando buena parte de quienes participamos en la lucha para lograr el triunfo de la cuarta transformación veníamos de tradiciones políticas que querían cambiar el sistema económico y social, la circunstancia nos fue llevando a bajar la aspiración y ajustarnos a lo posible: un gobierno honesto, sin corrupción, para que los recursos del Estado se utilicen en beneficio del pueblo.
Se han logrado grandes avances con la 4T, pero surge el escepticismo en cuanto a que dicho precepto no se haya cumplido del todo; esto es, debemos reconocer que también en la 4T se ha podido colar la corrupción, aunque, a diferencia de los regímenes anteriores, destaca que ahora es desde el propio movimiento que se señala a los corruptos y se impulsa que sus delitos no queden impunes.
Nos decía en una plática Álvaro García Linera que todos los sistemas administrativos son perforables por la corrupción y aunque se trata de integrarlos de tal manera que ésta se minimice, al final lo que frena o posibilita la corrupcion es la conciencia del servidor público o tomador de decisiones. De ahí la importancia de que quienes reciben encargos en el gobierno, estén conscientes de la responsabilidad ética que adquieren ante el pueblo de México.
Cierto que siempre ha habido personas que se integran al gobierno partiendo de la premisa que defiende Sócrates, en "la República" de Platón, sobre los gobernantes justos. El sabio de Atenas refiere que dichos personajes se centran en la justicia, el conocimiento y el bien común. Trasímaco difiere de Sócrates, lo cuestiona y sostiene, con una visión por lo menos cínica, que la justicia es "lo que conviene al más fuerte". Al parecer esta última postura es en la que respaldan sus tropelías muchos políticos con ambición personal a quienes más bien habría que llamar politicastros.
Desde la 4T hay una clara intención de que esos perfiles no tengan cabida en el proyecto y por ello se han tomado medidas como la renovación del poder judicial. La propia Presidenta ha reiterado que en las investigaciones sobre actos de corrupción se debe llegar al fondo, caiga quien caiga.
Casos como los del ex secretario de seguridad pública de Tabasco y el asunto del huachicol fiscal, que involucra a algunos miembros de la marina, resultaban impensable que se tocaran en el viejo régimen prianista. Todo lo contrario, en lugar de señalar y perseguir a García Luna, prácticamente lo exhibían como policía ejemplar.
Ahí está también otro caso, emblemático, el de las entradas de barcos evadiendo impuestos que se hizo posible con la reforma del 2014 y que solo con la llegada de la 4T ha salido a la luz pública y se conoce ahora como huachicol fiscal.
Lo mismo ha sucedido con Salinas Pliego que "ni su prestigio perdía" y es hasta el sexenio anterior que se sabe de su deuda de miles de millones de pesos en impuestos.
La corrupción se presenta en muchos campos, tanto privados como públicos.
En el ámbito público, además de tratarse de actos deshonestos cometidos contra la nación, los servidores públicos que oyen el canto de las sirenas o se rinden ante empresarios que los corrompen, debieran sentir vergüenza pues, en ese binomio, el privado puede limpiar y legalizar su dinero mientras el burócrata queda vulnerable o exhibido. Quien se corrompe pierde, además, toda su dignidad.
Siempre habrá espacio para que alguien se corrompa, de ahí la importancia de incorporar colaboradores que no consideren como opción tomar dinero más allá de su salario; debe cuidarse sobre todo a quienes provienen de experiencias con gobiernos que funcionaban para el gobierno mismo y donde la corrupción era cosa común. Lo deseable es incluir en la función pública a quiene hayan probado, como dice AMLO, no tener apego al dinero ni al poder.
De cualquier manera , la forma en que se está combatiendo la impunidad desde el gobierno de la 4T amedrentará a quienes pretendan seguir con esas prácticas condenables heredadas del viejo régimen.