LA DERECHA MEXICANA, EXTRAVIADA
[...]citando a Monsiváis, la derecha tiene como filosofía la hipocresía, su Dios es el dinero, son muy mentirosos y de mentalidad muy autoritaria.
L@S COLUMNISTAS


Referido a la política, el término derecha se definió en tiempos de la revolución Francesa y aludía a la ubicación de los diputados de la asamblea nacional que defendían los privilegios del viejo régimen, los privilegios de la monarquía y del rey Luis XVI; en contraparte, quienes se sentaban a la izquierda eran los revolucionarios que promovían el avance de la sociedad, el avance del pueblo.
Como dice AMLO, citando a Monsiváis, la derecha tiene como filosofía la hipocresía, su Dios es el dinero, son muy mentirosos y de mentalidad muy autoritaria
La derecha mexicana, una vez que ha perdido el poder ejecutivo, el legislativo y ahora el poder Judicial, se encuentra totalmente extraviada, carente de perspectivas y se ha quedado sin argumentos. Insisten con los mismos ataques al gobierno de la transformación, sin proponer nada. Dicen que ya viene lo peor, que se acabó la democracia, que estamos en una dictadura. Repiten tanto sus mentiras que la gente los ubica bien y poco les cree. Ya alguien por ahí se les dijo: si van a seguir prediciendo el futuro como lo han hecho hasta hoy ¡mejor cambien de brujo!
Sin conceder ningún logro o avance a la transformación, que por su parte el pueblo sí palpa y disfruta, afirman que México es un desastre y que este gobierno es el peor en la historia; insisten en señalar cualquier mínimo detalle de cualquier tema y lo magnifican para de inmediato concluir que eso hace a la 4T igual ¡que como eran ellos!
El colmo ha sido su pobre narrativa y en general su reacción ante el proceso de reforma del poder judicial y la elección de los nuevos juzgadores. Desubicados, ofuscados y descontrolados ante la realidad que los arrolla, no presentaron candidatos y llamaron a no votar; hasta llegaron a sostener que AMLO no había acudido a emitir su voto sino que se había tratado de un ejercicio de inteligencia artificial, pero que en realidad seguía en Cuba.
Replican la narrativa simplona del "abuso de la dictadura" y no hay ninguna autocrítica a su actuación en el proceso que los llevó a una derrota por forfit, como se dice en el deporte.
¿Qué está pasando con la derecha mexicana? A siete años de la llegada de la 4T no atina a analizar seriamente los acontecimientos ni a reconocer la nueva realidad del país. Están, aún, en la etapa de negación y quieren regresar el reloj. No han definido el rumbo, o no lo tienen, pero les molestan y enojan los nuevos tiempos; no se acercan al pueblo; siguen autoengañándose con sus medios y sus bots en redes sociales, sin contacto con el sentir de la gente. Por eso van en declive.
El desprestigio de sus partidos, por su pasado corrupto y entreguista, los ha llevado a acusarse entre sí de los errores que cometen. Se oponen, por definición, a la democracia participativa ya que en ella cuenta lo mismo el voto de un potentado que el de cualquier ciudadano. Además, en la coyuntura de las sorpresas frecuentes del gobierno del norte, su comportamiento desesperado y extraviado los lleva, en la práctica, a comportarse como traidores a la patria.
Tampoco marcan distancia frente las barbaridades cometidas por sus legisladores y algunos de sus lideres, como el discurso escatológico y "flotador" de Ricardo Anaya, o las payasadas de la senadora de TV azteca. Les sigue faltando autocrítica. Por supuesto que esta situación de la derecha mexicana no es solo propia pues se agrega la desesperación que les representan los logros y cambios profundos que se viven con la 4T. Se suma también la decisión de algunos derechistas que han optado por integrarse con el movimiento e impulsar sus agendas desde dentro.
Es preocupante que la derecha no plantee su proyecto o alternativas para hacer frente a los problemas nacionales; que no atine a ofrecer algo distinto de su pasado neoliberal que es justamente por lo que la gente los abandonó y optó por la transformación.
La derecha pensante necesita mostrar que existe y que la irracionalidad no es una opción para la política. Una derecha extraviada y con una narrativa simplona, es el caldo de cultivo para el avance de posiciones de ultraderecha, como ya ha sucedido en algunos países. Y de eso hay que tener mayor cuidado.