La transformación implica un cambio del sentido común.

El sentido común, entendido como aquel que emana de la cultura popular, el folclore, las costumbres o tradiciones de una comunidad, es el espacio donde se disputa la hegemonía. En el caso de México, con la llegada de la 4T, es lo que está en juego: modificar el sentido común (SC) que se construyó con el neoliberalismo para impulsar en el pueblo el humanismo mexicano.

L@S COLUMNISTASNACIONAL / ESTADOS

Jorge Taddei

8/2/20254 min read

El sentido común, entendido como aquel que emana de la cultura popular, el folclore, las costumbres o tradiciones de una comunidad, es el espacio donde se disputa la hegemonía. En el caso de México, con la llegada de la 4T, es lo que está en juego: modificar el sentido común (SC) que se construyó con el neoliberalismo para impulsar en el pueblo el humanismo mexicano.

Hay dos acepciones del sentido común: la que lo considera una facultad cognitiva de cualquier ser humano (por ello se le nombra «sentido») y la que lo entiende como un constructo social que varía en el tiempo y en las regiones. Aquí retomamos la segunda.

El SC es la filosofía espontánea de los no filósofos, es cómo la gente entiende los asuntos cotidianos, cómo se conciben los deseos y el imaginario del pueblo. Es una interpretación que se generaliza y termina constituyendo nuestra realidad; es una suma de verdades que aparecen como obvias. La discusión sobre el sentido común es una discusión sobre la democracia o el tipo de democracia. De ahí que sea importante comprender los razonamientos, las creencias y los sentimientos populares que lo constituyen.

El SC se establece y se transforma desde los medios de comunicación, las redes sociales, el sistema educativo, las instituciones públicas, los políticos, la parafernalia, los mitos, entre otros.

En momentos de transformación, el sentido común cambia. Es lo que AMLO llama la «revolución de las conciencias». En el caso mexicano, hay buenos avances, pero falta mucho por hacer en ese cambio de mentalidad del pueblo para afirmar que se ha instaurado el nuevo sentido común.

El largo periodo neoliberal incidió en la visión de muchos mexicanos para que se fueran normalizando el individualismo, el clasismo, el racismo, la invisibilización de los pueblos originarios, la falta de solidaridad con los más necesitados, el aspiracionismo de quienes buscaban ganar dinero fácil, la tranza, el influyentismo, la descalificación de la política y la noción de que ésta sólo la podían ejercer las élites, la ausencia de derechos de las mujeres y de las minorías, el outsourcing, la meritocracia y un largo etcétera.

Desde que cuestionábamos, con todo, las formas del modelo neoliberal y la parafernalia prianista, AMLO proponía nuevos esquemas para la política y la transformación: que la democracia debe ser un estilo de vida, que la política es un oficio muy noble, que «con el pueblo todo, sin el pueblo nada», que «no puede haber gobierno rico con pueblo pobre», que habría que reivindicar a los pueblos originarios, la honestidad de los servidores públicos y el empoderamiento del pueblo, la igualdad sustantiva, la paridad de género, los derechos de las minorías, entre otros.

Lo anterior constituye el marco para que, con la 4T, se impulse un nuevo sentido común. La presidenta Claudia Sheinbaum está aprovechando el amplio consenso del gobierno para insistir en las características de los servidores públicos que, además de dar buenos resultados, deben ser honestos, cercanos a la gente y vivir en la honrosa medianía. De su lado, el partido MORENA, con la formación de los comités seccionales, intenta mejorar la participación de sus miembros y las formas de la democracia. La reforma al poder judicial traerá consigo, sin duda, un cambio en la manera en que los mexicanos entendemos la justicia y a los juzgadores.

Las conferencias mañaneras, la existencia de bancos en lugares remotos, La Escuela es Nuestra, las pensiones del Bienestar, La Clínica es Nuestra, Salud Casa por Casa, Jóvenes Construyendo el Futuro, la paridad de género en todas las instancias políticas y gubernamentales, el matrimonio igualitario, el lenguaje incluyente, el respeto a la naturaleza y el proyecto México Canta (para contrarrestar a los corridos tumbados) son programas con los que el gobierno impulsa el nuevo sentido común de las y los mexicanos que desean mayor participación en la toma de decisiones. A la vez, la creatividad de la gente se expresa en las redes y los medios comunitarios, aun cuando falta que se abran más espacios para la participación popular.

La derecha, replegada, sólo atina a cuestionar estos cambios que la gente percibe y hace suyos. Con bots y troles, así como con el control de los medios de comunicación tradicionales, organizan «nados sincronizados» para atacar cualquier aspecto que saben que ya forma parte del sentido común, como la confianza en el gobierno, la honestidad y humildad de la mayoría de los servidores públicos, así como los buenos resultados para la gente. Intentan golpear la esencia popular del proyecto de transformación.

Desafortunadamente, hay algunos —pocos, por cierto— que no entienden el momento y les dan elementos para esa crítica descarnada que busca cambiar la percepción del pueblo sobre la 4T, y con ello el viejo régimen cree lograr la simpatía de los votantes.

Como lo decíamos arriba, en el debate por el sentido común está la disputa por la hegemonía. Son tiempos importantes y de definiciones. La presidenta lo tiene muy claro и lo propone a diario en sus mensajes o en cada comunicación con la gente de todos los rincones de la República.

Ahora, es cuestión de que quienes participamos con la 4T conozcamos lo que se debe hacer para seguir impulsando cambios en el sentido común, orientados en la dirección de la transformación y la búsqueda del bienestar para todas y todos los mexicanos.