“LA TRANSICIÓN DESDE LA PARTIDOCRACIA”
La reforma electoral es necesaria para desmontar un pilar del neoliberalismo en México: la supuesta "Transición Democrática". Esa transición vendió que la democracia se logró en México con el fin del régimen autoritario del PRI, con la alternancia en el ejecutivo con el PAN y la pérdida de mayorías calificadas en las legislaturas.


La reforma electoral es necesaria para desmontar un pilar del neoliberalismo en México: la supuesta "Transición Democrática". Esa transición vendió que la democracia se logró en México con el fin del régimen autoritario del PRI, con la alternancia en el ejecutivo con el PAN y la pérdida de mayorías calificadas en las legislaturas. En la realidad, fue una partidocracia monopolizadora de los procesos electorales, excluyendo la democracia popular, un modelo de negociación entre las élites priistas y panistas para quitar facultades constitucionales al Estado mexicano y saquear sus recursos en beneficio de la oligarquía antipopular y antinacional neoliberal. Por esto es la guerra sucia mediática orquestada en contra de la reforma electoral que viene. Pero no les importan las bases de esos partidos, ni los trabajadores del INE, ni siquiera la democracia; les importan los recursos que tienen, sus propias candidaturas para servir a la oligarquía.
La presidenta Sheinbaum ha dicho que su propuesta de reforma electoral tomará como hoja de ruta la del presidente López Obrador. Los temas fundamentales probablemente serán los mismos: el futuro y los excesivos costos del INE, reducir el financiamiento de los partidos y eliminar las diputaciones y senadurías plurinominales. Los triunfos electorales de Morena desde 2018 validan esas propuestas. Discutiremos cada tema, pero el más tenso es el de los plurinominales.
Hay indicios de que se propondrá pasar del sistema mixto (legisladores de mayoría y de representación proporcional plurinominal) a un sistema proporcional “puro” (eliminando las 200 diputaciones y las 32 senadurías plurinominales) con listas de candidaturas por partido y asignación de acuerdo con el porcentaje de votación de cada partido, con alguna distribución geoelectoral. En cualquier caso, a pesar de lo positivo que fueron los plurinominales, el hartazgo por la figura, en tanto se convirtió en el refugio de las élites de cada partido, sin representación popular ni trabajo territorial, terminó representando la partidocracia, con su sistema electoral a modo, que avaló el fraude de 2006 y los enormes gastos fraudulentos en la elección de 2012.
La reforma deberá tener presente que la Cuarta Transformación es un triunfo contra esa partidocracia y esa supuesta transición democrática; y que Morena debe seguir siendo la única opción real para el pueblo. La afiliación popular y los acuerdos aprobados en el último Consejo van en esa dirección con la conformación de los comités distritales y con el trabajo territorial desde el municipio.