Made in México, castigado en EE.UU.: ¿protección o provocación?

La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer un arancel del 30% a diversos productos mexicanos ha sacudido las bases de una de las relaciones comerciales más importantes del hemisferio occidental. En un momento donde la cooperación regional es indispensable para enfrentar retos globales como la inflación, la migración o la seguridad energética, Washington opta por un gesto proteccionista que más parece una advertencia política que una medida económica sustentable. ¿Por qué ahora? ¿Qué implica para México este nuevo embate comercial y cómo debería responder nuestro país sin caer en provocaciones, pero sin ceder soberanía?

L@S COLUMNISTASINTERNACIONALNACIONAL / ESTADOS

José Barro

7/13/20252 min read

La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer un arancel del 30% a diversos productos mexicanos ha sacudido las bases de una de las relaciones comerciales más importantes del hemisferio occidental. En un momento donde la cooperación regional es indispensable para enfrentar retos globales como la inflación, la migración o la seguridad energética, Washington opta por un gesto proteccionista que más parece una advertencia política que una medida económica sustentable. ¿Por qué ahora? ¿Qué implica para México este nuevo embate comercial y cómo debería responder nuestro país sin caer en provocaciones, pero sin ceder soberanía?

Un socio comercial vital bajo presión

Desde la firma del T-MEC, México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos. El flujo de bienes y servicios entre ambas naciones supera los 850 mil millones de dólares anuales. Sin embargo, este nuevo arancel del 30% amenaza con desestabilizar sectores estratégicos como el acero, el aluminio y la agroindustria. La medida, justificada por Washington como un intento de "fortalecer la industria nacional", coincide de manera sospechosa con los avances que México ha tenido en términos de inversión extranjera directa, relocalización de cadenas de suministro (nearshoring) y crecimiento económico en regiones antes marginadas.

Autonomía y estrategia ante el desafío

No se puede ignorar que este castigo arancelario surge justo cuando nuestro país empieza a consolidarse como una potencia regional independiente, con una política exterior más digna y menos subordinada. La Cuarta Transformación ha apostado por una economía más justa, por salarios dignos, por una mayor integración nacional de las cadenas de valor y por reducir la dependencia de Estados Unidos sin romper con él. Frente a estos aranceles, la respuesta no debe ser la sumisión ni la confrontación vacía, sino la estrategia: fortalecer el mercado interno, diversificar nuestras exportaciones, impulsar la autosuficiencia energética y alimentaria, y apostar por la diplomacia firme.

Repercusiones mutuas y narrativa electoral

Aunque los aranceles buscan dañar la economía mexicana, lo cierto es que también afectan a miles de empresas y consumidores estadounidenses. Las cadenas de valor están entrelazadas; lo que sube de precio en México, también lo hace en Texas, California o Illinois. En el fondo, estos aranceles son parte de una narrativa electoral interna en EE. UU., donde el endurecimiento hacia sus vecinos sirve como moneda de cambio en las urnas. Pero no se puede hacer política interna dañando a los aliados.

México: Un actor global con voz propia

México debe leer este momento no solo como un reto comercial, sino como una oportunidad histórica para redefinir su papel en el escenario global. Ya no somos el patio trasero de nadie. Somos un país soberano, con rumbo, con liderazgo y con capacidad para transformar los desafíos en palancas de desarrollo. Los aranceles pasarán. La dignidad y la estrategia permanecen. La pregunta es: ¿seguiremos apostando por un México con voz propia o volveremos al viejo modelo de obediencia sin beneficio?