Salinas Pliego y su miedo al voto
Los dueños del país, los que lo compraban todo con un cheque, los que no necesitan leyes porque tienen lobbys, gritan ahora “¡No voten!”. Y el grito viene, como no podía ser de otra forma, desde el penthouse de Ricardo Salinas Pliego.


En pleno siglo XXI, cuando México se abre a una de las reformas más profundas y democráticas de su historia —la elección directa del Poder Judicial—, los de siempre tiemblan. Los dueños del país, los que lo compraban todo con un cheque, los que no necesitan leyes porque tienen lobbys, gritan ahora “¡No voten!”. Y el grito viene, como no podía ser de otra forma, desde el penthouse de Ricardo Salinas Pliego.
El empresario, uno de los más ricos del país gracias a concesiones, privatizaciones y favores del viejo régimen, ahora llama abiertamente al boicot ciudadano. ¿La razón? No soporta que el poder —ese que antes compraba en lo oscurito— esté por fin pasando a manos del pueblo.
Dice que votar por ministros, jueces y magistrados es “moralmente incorrecto”. ¿Incorrecto para quién, Salinas? ¿Para los que nunca han sido juzgados por robarle al SAT? ¿Para los que se niegan a pagar impuestos mientras el pueblo paga cada centavo? ¿Para los que ven la democracia como un estorbo a sus negocios?
Desde la comodidad de sus medios, Salinas Pliego lanza ahora su llamado desesperado: no votar, no participar, no legitimar. Lo llama “dignidad”. Lo que en realidad muestra es pánico de clase, miedo a que la justicia deje de servir a los intereses empresariales y empiece, por fin, a servir a la gente.
Y es que la Cuarta Transformación —con todas sus resistencias, errores y aprendizajes— ha puesto sobre la mesa lo que nunca antes se discutía: que el pueblo tiene derecho a decidir quién lo juzga, que la justicia debe dejar de ser un privilegio de los poderosos para convertirse en un derecho del pueblo.
El boicot de Salinas no es político, es económico. No defiende principios: defiende intereses. No le teme a un sistema corrupto. Le teme a que ese sistema cambie, y lo cambie el pueblo. Por eso desprecia el voto, por eso ataca la reforma, por eso miente con tanta furia.
Pero hay algo que los Salinas Pliego del país aún no entienden: el pueblo ya despertó. Y lo que viene no es un “fraude”, es una revolución legal, pacífica, democrática. Es el poder regresando a quien nunca debió perderlo.
Así que sí, vamos a votar. Vamos a participar. Porque mientras ellos vetan, bloquean y compran, nosotros elegimos, construimos y transformamos. Porque esta vez, la justicia sí va a ser del pueblo.