Ser mujer trabajadora en nuestro país también es una desventaja laboral

A pesar de que en los últimos años las políticas públicas del gobierno mexicano han avanzado en la aplicación de los derechos de las mujeres, como la Ley Olimpia o la paridad de género en el exgabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, siguen existiendo profundas desigualdades en el ámbito laboral de las mujeres trabajadoras mexicanas, incluso dentro de las propias instituciones gubernamentales.

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Brenda Maniau

6/19/20253 min read

A pesar de que en los últimos años las políticas públicas del gobierno mexicano han avanzado en la aplicación de los derechos de las mujeres, como la Ley Olimpia o la paridad de género en el exgabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, siguen existiendo profundas desigualdades en el ámbito laboral de las mujeres trabajadoras mexicanas, incluso dentro de las propias instituciones gubernamentales. En esta columna se reflexionará sobre cómo la masculinidad hegemónica se hace presente en los ambientes laborales en México, afectando de manera sistemática la equidad de género y los derechos de las trabajadoras mexicanas. A partir de este análisis, nos preguntaremos si realmente estamos enfrentando de raíz esta problemática.

Las mujeres a nivel mundial seguimos experimentando situaciones de desigualdad que van desde la exclusión de los espacios de poder hasta la violencia económica. En los países de América Latina no es la excepción, y mucho menos en nuestro país. Según un reporte del Banco de México, publicado en marzo de 2024, existe una brecha salarial importante entre hombres y mujeres trabajadoras en nuestro país. Esto puede explicarse por factores donde los estereotipos de género siguen trazando el camino profesional de las mujeres. Estas prácticas se expresan en el trato desigual hacia las mujeres en relación con los hombres, como la violencia económica o psicológica, la discriminación por su estado civil, edad, tener hijas o hijos, o por razones de embarazo (INEGI, 2022). Sin embargo, los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) arrojan que las principales manifestaciones de violencia laboral se dan por el hecho mismo de ser mujeres (INEGI, 2022). Adicionalmente, dentro de las principales causas de violencia laboral, se identificaron: tener menos oportunidad que un hombre para ascender (10.8%) y haber recibido un pago menor que un hombre por el mismo trabajo (9.8%).

La masculinidad hegemónica en el ámbito laboral.

Dicho fenómeno está relacionado con el concepto de masculinidad hegemónica (concepto estudiado en la Teoría de Género por diversas especialistas en el tema), que es entendido como un patrón de conducta que perpetúa la superioridad masculina en distintos ámbitos de la vida social, incluidos los espacios laborales. La teoría de la socióloga Raewyn Connell sobre masculinidad hegemónica explica cómo los valores patriarcales siguen siendo la norma, incluso en los lugares donde más se promete igualdad y equidad (los centros de trabajo). Las mujeres en el espacio público (por ejemplo, en los espacios laborales) continúan con tareas y roles considerados como femeninos, mientras que los puestos de liderazgo, poder y decisión son mayoritariamente dominados por hombres.

El reto de la desigualdad estructural.

A pesar de las reformas y políticas públicas que supuestamente apoyan la equidad de género, las trabajadoras mexicanas seguimos enfrentando barreras invisibles pero contundentes: como se dijo anteriormente, brechas salariales (estas diferencias son marcadas regionalmente en nuestro país), falta de acceso a puestos de liderazgo y una violencia simbólica y sistemática que nos margina constantemente. Por ello, es urgente exigir a la sociedad mexicana, a nuestras instituciones y a las políticas públicas una eficiente incorporación de la Teoría de Género en todos los niveles. El verdadero reto es que la desigualdad estructural se aborde de manera integral, porque finalmente, no solo se trata de declarar que el feminismo ha llegado, tenemos que demostrarlo a través de la eliminación de la discriminación y la violencia en todas sus formas.

Los discursos de progreso se desvanecen frente a la dura realidad. Es necesario cuestionar las dinámicas patriarcales en los lugares de trabajo y con ello garantizar que todas las mujeres podamos ejercer nuestros derechos sin temor a ser discriminadas o segregadas. El camino se sigue construyendo gracias a nuestras antecesoras, pero nuestro presente debe guiarnos para seguir buscando el bienestar en los espacios laborales en México.